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22 diciembre 2010

UN CUENTO: LA GUARDIANA DE MOMENTOS

Ya sé lo que dije, que la anterior era la última entrada del 2010, pero como me vino la inspiración....pues será esta.
No esperéis nada navideño, ni tampoco homoerótico, tan solo un cuento que surgió de la nada.
Espero que os guste.


LA GUARDIANA DE MOMENTOS

La vida la fue rozando, la dejó pasar, día tras día, semana tras semana…hasta que los años la hicieron presa de su propia desidia.
Vivía en una casa cuyo aspecto exterior llamaba la atención. Una gran balconada llena de flores levantaba la mirada de los viandantes; su puerta siempre abierta invitaba a entrar, y un perfume embriagador emanaba de su interior, haciendo que la gente parara en las inmediaciones a respirar ese aroma tan evocador. Y digo evocador, porque a cada uno le recordaba algo distinto: el pastel de una madre que ya no está, el olor a tierra mojada de una mañana de otoño, el salitre de un puerto ya olvidado….

Su interior no era menos cautivador, pero solo ella sabía que se escondía tras los hermosos cuadros que decoraban sus paredes. Inmensos agujeros descansaban ocultos tras las bellas láminas. Nunca tuvo tiempo de arreglarlos, así que los ocultaba, pero eso no impedía que en las heladas noches el aire los atravesara, dejando que el frío se depositara suavemente sobre el ambiente cálido, invadiendo, dañando, recordando que un día la casa se podría caer abajo.
A pesar de todo, la llamaban la Casa de la Felicidad y todo el mundo deseaba tener una, ser su dueña, como la propietaria que la habitaba, impecable, afable, sonriente…
Lo que nadie sabía, es que Egia, el ama y señora de tan preciado lugar, no era tan perfecta como creían. Ella también tenía sus propias brechas que disfrazaba con hermosos vestidos, con sonrisas ensayadas y amables palabras.
Al caer la noche y cerrar la puerta, no quedaba nada de la Egia a la luz del sol. Con su cuerpo desnudo y su cara lavada, se enfundaba en su pijama de miedos, se arropaba con sus mantas de inseguridades y asustaba al sueño con sus infinitos pensamientos, dejando en su almohada las marcas de noches en vela.

Egia era una guardiana. Una guardiana de momentos. Detrás de la segunda puerta que se encontraba a mitad del largo pasillo, había almacenados cientos, que digo cientos…miles de botes perfectamente etiquetados. En cada uno de ellos un instante que ella se encargaba de recoger, pero nunca de vivir.
Había una tarde de agosto, un arco iris de primavera, el primer beso, una mirada reveladora, la risa de un niño, el llanto de un anciano, la caricia de un enamorado, el vuelo de una hoja, el sosiego de una tarde….tantas y tantas situaciones que sería imposible enumerarlas todas.

La guardiana había dedicado su vida a recolectar lapsos de tiempo, olvidando disfrutarlos, y ahora, cuando los años pesaban cada vez más, se encontraba a veces mirando con deseo sus tesoros, dudando en abrir tan siquiera uno, porque ansiaba saber que se sentía, soñar errores que no cometió, saborear  unos labios que nunca fueron suyos.

Una tarde, mientras limpiaba con esmero y clasificaba de nuevo sus tarros, el viento comenzó a soplar. Suave al principio, con furia al final. Traspasó los huecos de las paredes violentamente, destrozando cuadros y tirando objetos. Se arremolinó entre sus piernas y se adueñó de sus manos, haciéndola bailar con pies de plomo.
Tropezó sobre la estantería, y de repente, todos los botes comenzaron a caer. Intentó, sin éxito, recogerlos con sus manos, pero uno a uno se iban rompiendo contra el suelo.
Un sol de verano rebotó contra la pared, llenando de luz y calor la habitación, se fue apagando a medida que la nieve de un invierno pasado teñía de blanco la estancia. Se oían risas y algún lamento, mezclado con el murmullo de una falda al rozar unas bellas piernas. La melodía de un piano acompasaba a un violín y la caricia de unas manos rozó levemente su cara.
Nada podía hacer….las experiencias ajenas que con tanto esmero se había dedicado a guardar, se perdían en segundos, mientras su casa  se caía a pedazos irremediablemente.

Hincó las rodillas en el suelo, viendo como el esfuerzo de tantos años se perdía sin remedio. ¿Que le quedaba ahora? Simplemente era una mujer sin pasado porque olvidó vivirlo, su presente yacía quebrado sobre las baldosas y su futuro…ella nunca pensó en el futuro.

El viento se retiró sin hacer ruido dejando una casa deshecha, una mujer vacía y miles de instantes perdidos.
Las lágrimas caían sin cesar por el rostro de Egia, sin pausa, sin sollozos. Si hubiera quedado un tarro indemne, las podría haber recogido con el nombre de pena silenciosa.
Sus ojos se dirigieron hacia el suelo y lo vio llegar rodando a sus pies. La etiqueta estaba amarilla por el paso del tiempo, el polvo hacía que apenas se viera la escritura. Pasó las yemas de sus dedos por encima de las redondas letras y apareció su nombre: Egia. Frotó con ahínco y descubrió el resto de la leyenda: Egia, la segunda oportunidad.
Apretó el recipiente contra su pecho, lo acunó como a un niño, lo miró como a una joya… ¿Qué debía hacer?
Si lo dejaba tapado esa oportunidad nunca se desperdiciaría…si lo habría  y no la aprovechaba…
Nada podía perder, porque ahora nada tenía.
Con suavidad, temiendo que se deshiciera en sus manos, giró la tapa, con cautela, despacio, saboreando el momento.
Sonó el plop más hermoso que había oído nunca, y allí estaba todo lo que se había perdido: el reino de Idhun que no llegó a conocer, una tarde tranquila de domingo, una noche de sueño completo, un paseo en el parque, una sonrisa sincera, una juventud perdida….y entre la arboleda de un bosque desconocido, esperaba su primer amor.

Las arrugas que echaron raíces en su cara fueron desapareciendo, dejando paso a una piel tersa con rubores de los veinte años. En sus manos Las memorias de Idhun  esperaban pacientes a ser leídas tras una noche de descanso. Se vio caminando por el parque en una tarde de domingo, sus pasos guiándola hacia la arboleda donde  Damián la esperaba con una sonrisa sincera.
Giró su cabeza, y sumergida entre sombras, la casa de la felicidad desaparecía acompañada por la melodía de susurros imposibles, acordes de instantes de otros que volvían a sus dueños.

Ahora lo comprendía. En su afán por atesorar bellos momentos, no se percató de que se los robaba a sus verdaderos propietarios, haciéndolos desaparecer de su memoria, borrando vivencias mágicas que solo a ellos pertenecían.

Nadie se acuerda de la Casa de la Felicidad, pero por esa calle donde antes se erguía, se ve pasear a una pareja  con las manos enlazadas, y hay gente que al ver sus miradas exclaman: me gustaría embotellar este momento para no perderlo nunca…

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20 diciembre 2010

DÍMELO EN VERSO: GLORIA FUERTES

Esta es la última entrada del 2010.
Me voy a pasar las fiestas con mi familia, y a descansar un poco del ciberespacio.
Os deseo a todos los que pasáis por este rincón una Feliz Navidad, y que el  nuevo año venga cargado de deseos cumplidos.


Y en este plan navideño, os dejo un poema muy acorde con las fechas. Es de Gloria Fuertes, otra autora que me encanta y que no sólo escribe poemas para niños. Su obra dirigida al público más adulto es digna de descubrir...ya os pondré algo.



EL CAMELLO COJITO 
(AUTO DE LOS REYES MAGOS)

El camello se pinchó
Con un cardo en el camino
Y el mecánico Melchor
Le dio vino.

Baltasar fue a repostar
Más allá del quinto pino....
E intranquilo el gran Melchor
Consultaba su "Longinos".

-¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!

-son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido-.

El camello cojeando
Más medio muerto que vivo
Va espeluchando su felpa
Entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
-Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
Al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
con su belfo y en su hipo!

Se iba cayendo la mirra
A lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
-ya cantaban pajarillos-
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.

-No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero, repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
Cabizbajos y afligidos.
Mientras el camello echado
Le hace cosquillas al Niño.


Poeta española nacida en Madrid en 1918 en el seno de un hogar humilde. La falta de recursos económicos, impidió que pudiera recibir una educación esmerada; sin embargo, a los veinte años publicó su primer libro de cuentos infantiles, iniciando desde entonces una fulgurante carrera literaria que la llevó a obtener en 1961 una beca Fulbright  para enseñar literatura española en la Universidad de Pennsylvania.
Obtuvo algunos premios y accésit por sus cuentos y poemas. De su obra se destacan los libros «Poesía ignorada» en 1950, «Aconsejo beber hilo» 1954, y «Poeta de guardia» 1980.
Falleció en noviembre de 1998.
Fuente: amediavoz.com



09 diciembre 2010

DÍMELO EN VERSO: UN RECUERDO

Hoy no traigo un poema. Hoy, tengo un recuerdo.
El día dos de noviembre me comunicaron la noticia. Luis AC, se había quedado en la carretera al volver del trabajo.
Creo que alguna vez os había hablado de él.
El hecho de que fuera un ciber amigo no lo hizo menos doloroso, en todo caso mi pena ha sido muy solitaria.
No tengo con quién hablar de él, ni puedo recordar con nadie las conversaciones que mantuvimos , ni siquiera puedo evocar su rostro porque nunca lo vi.
Un amigo tuvo la amabilidad de contarme lo que había pasado. Yo le devolví el correo con unas gracias y algunas palabras más. Ahí acabo mi vínculo con el Luis de la vida "real".
Considero al dolor provocado por la ausencia , un sentimiento muy privado. Tal vez su amigo pensaba lo mismo.
A veces cuando pienso en él, los tiempos verbales se me rebelan . Los pretéritos imperfectos se convierten en condicionales con un  si...antepuesto.No me salen los futuros, y no me queda más remedio que aferrarme a los pasados.
Sólo me queda mi memoria y una carpeta amarilla con su nombre en mi PC. No necesito abrirla para acordarme de él, pero si releo esos largos mails, y por un momento parece que no se ha ido.Esas misivas están llenas de tiempos en presente, con eso me quedo.
En su último correo me recomendaba un libro: Ojalá fuera cierto de Marc Levy.
No creo en las casualidades, por eso cuando el Martes fui a la librería y lo vi nada más entrar, tuve que comprarlo.
En esta historia hay una carta que una madre escribe a su hijo antes de morir. Me gusta mucho lo que dice, por eso os dejo un extracto de la misma.
Considero que es la despedida que no nos dio tiempo a tener, aunque el adiós nunca me ha gustado, prefiero pensar en un hasta luego.


        " Cuando leas esta carta, sé que en alguna parte, en el fondo de ti, estarás muy enfadado conmigo por haberte gastado esta jugarreta.
           Ésta es mi última carta y es también mi testamento de amor.
           Mi alma emprende el vuelo impulsada por toda la felicidad que me has proporcionado. La vida es maravillosa; no nos damos cuenta cuando se retira de puntillas, pero se saborea con el apetito de todos los días.
           En determinados momentos nos hace dudar de todo, pero tú no te rindas nunca, mi vida. (...) Te he visto caer y levantarte apretando los dientes, en circunstancias en las que cualquier otro niño habría llorado. Ese valor es lo que te da fuerza, pero también es tu punto débil.
            Ten cuidado; las emociones están hechas para ser compartidas, la fuerza y el valor son como dos bastones que pueden volverse contra el que los utiliza mal.Los hombres también tienen derecho a llorar, los hombres también sufren.
             A partir de ahora ya no estaré ahí para responder a tus preguntas.(...)
             En el largo periplo que te espera, no pierdas nunca tu alma de niño, no olvides nunca tus sueños;serán el motor de tu existencia, formarán el sabor y el olor de tus mañanas. Muy pronto conocerás el amor (...) Cuando llegue ese día, compártelo con la persona que te quiera; los sueños vividos en pareja constituyen los recuerdos más hermosos. La soledad es un jardín donde el alma se seca; las flores que crecen en él no tienen perfume.
              El amor tiene un sabor maravilloso. Recuerda que, para recibir, hay que dar; recuerda que, para poder amar, hay que ser uno mismo. Confía en tu instinto, sé fiel a tu conciencia y a tus emociones, vive tu vida, sólo tienes una.
Ahora eres responsable de ti mismo y de aquellos a los que quieras. Sé digno, ama, no pierdas esa mirada que tanto nos unía cuando compartíamos el amanecer. (...) Son cosas muy sencillas, en ocasiones desusadas, pero no dejes que las personas amargadas o hastiadas desvirtúen esos instantes mágicos para quien sabe vivirlos. Esos momentos tienen un nombre: fascinación. Y que tu vida sea una fascinación sólo depende de ti. Es el mayor deleite de ese largo viaje que te espera.
                Te dejo. Aférrate a la tierra, es muy hermosa. Te quiero, y sé cuánto me quieres tú también. Me voy tranquila, estoy orgullosa de ti. "

06 diciembre 2010

¡ LLEGA LA NAVIDAD !

Este puente (que  se parece más a un acueducto ), lo estoy pasando casi, casi en cuarentena.
Estamos con fiebre, toses, gargantas hechas un asco y diversos dolores no identificados. El tiempo tampoco acompaña. Llevamos  dos días con una lluvia persistente que no nos da ni un respiro.
Así estamos, hartos de casa y con serios síntomas de aburrimiento, pero como dice mi hijo, aquí la que escribe,es una ingeniera de ideas, así que los puse a trabajar.
Hicimos acopio de todos los materiales que teníamos por aquí, y mis chicos se pusieron mano a mano con las manualidades. Yo, como buena ingeniera solo di órdenes, que se me da muy bien, y el resultado ha sido este Belén casero y ecológico que aquí os presento.




La mayor parte la ha hecho mi hijo, con un pelín de ayuda de su padre, y como el día es muy largo, tengo la casa llena de dibujos, así que también tengo postal navideña.




Esta entrada está llena de babas, ya sabéis lo que pasa con los hijos, y a mí, todo lo que hace el mio me gusta un montón, así que no me quedó otro remedio que enseñároslo.


Y para terminar os dejo con el tema de Chiquitita de la Campaña de Unicef, cantado por Amaia Montero.
Snifff!! Ya tengo la lágrima a punto....



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(Llevo muchas horas en casa, ahora me ha dado por experimentar con el teclado !) :D