Hoy me han amargado el desayuno. Después de dejar al niño en el colegio siempre paro a tomar un café y a leer el periódico, un ritual de muchos años que me hace afrontar el día con energía. A veces lo hago sola, otras con los camareros que ya me conocen y cuando coincidimos, con alguna amiga con la que paso parte de la mañana.
Allí estaba yo tranquila y relajada en la barra, poniéndome al día, cuando dos señoras, de esas que al ponerse el chándal ya sienten haber hecho su cuota de ejercicio diaria, se sentaron a mi lado a comer el churro correspondiente.
Vivo en una ciudad de 60.000 habitantes, casi un pueblo si te descuidas. Es uno de esos lugares en lo que si te tiras un pedo, antes de terminar de echarlo, viene alguno y te dice que ya lo ha olido. Vamos, que aquí nos conocemos todos, y todos creen saber tu vida al dedillo, eso sí, sin parar a preguntar o a confirmar, que sino el chisme no es tan jugoso.
Mientras las señoras hablaban de sus cosas, entró en la cafetería una chica, a la que solo conozco de vista, y de la que se rumorea que tiene anorexia. Tal y como la vi hoy, no me cabe la menor duda. Pero no fue eso lo que me disgustó. Fueron los comentarios de las dos petardas cuando la chica se fue, que no estaban hechos a media voz, y además cargados de razonamientos que ellas creían a pies juntillas. Me molesta que a veces la ignorancia sea tan atrevida.
Por un momento pensé que me corría un hilillo de sangre por la comisura de la boca de tanto morderme la lengua. Conozco a la familia de la chica, sobre todo a su madre, de cuando era clienta mía en la tienda de ropa que abrí con mi hermana cuando llegué aquí.
A la hija la recuerdo siendo una niña, feliz y muy guapa. Una familia normal, sin mayores problemas que los habituales.
Me hubiera gustado darme la vuelta y decirles cuatro cosas a esas mujeres. No sé si me detuvo mi educación o el no querer meterme donde no me llaman.
Una anoréxica ya no tiene un perfil tan definido como antes se creía. No tiene que haber de por medio familias desestructuradas, ni hechos traumáticos, y la mayoría de las veces nada tiene que ver con la belleza y el deseo de parecerse a una modelo, como ellas aseguraban.
Fui una niña feliz, con una familia maravillosa que sigue siendo uno de los pilares de mi vida, no me ocurrió nada extraordinario en mi adolescencia. Entonces ¿por qué me tocó a mí?
Quizás porque se trata de llenar vacíos que nadie sabe que tienes, porque soy muy crítica y exigente conmigo misma, porque no me quiero nada, y porque todo me parece insuficiente. Quiero hacerlo todo bien, a la perfección y eso no existe.
Pensé mucho sobre escribir esta entrada, es algo muy personal que a nadie importa, pero finalmente me decidí porque es un tema que tengo a flor de piel, y me da una rabia enorme que se critique algo sin saber, tachándolo de una tontería pasajera promovida por las revistas de moda. Hay mucho más.
No es una entrada lacrimógena, ni entono un pobre de mí. Es una realidad que afecta a muchas personas. Me gustaría decir que se cura, pero mentiría. Somos como los alcohólicos o los drogadictos, aprendemos a controlarnos, a evitar las situaciones de riesgo. Pero siempre está ahí. No puedes descuidarte un momento.
Soy normal, tengo una vida normal, un hijo, un marido, y espero que dentro de poco un trabajo. Me sobran, según mi médico, unos 5 o 6 kilos que no quiero perder. Ese peso es el que me ata a la cordura. Tengo mis días buenos y mis días malos, pero después de 20 años sigo aquí, buscando mi felicidad y la de los míos todos los días.
Sobre mi experiencia personal tengo montones de escritos, tantos como para llenar un libro, pero he rescatado uno que escribí no hace mucho. Escupir lo que siento me resulta terapéutico. No es un relato enteramente autobiográfico. Al fin y al cabo en las historias que uno escribe, solo el autor sabe cuanta parte hay de verdad y cuanta hay de ficción.
Advertiros que no es un relato común, casi un experimento escrito en una noche, intentando evaluar los daños que produce la anorexia.
Por aquí no pasa mucha gente, es un rincón casi privado, pero si por casualidad alguien cae rebotado y lee esto, puede que se sienta identificado.
Lo único que puedo decir es que siempre hay que luchar, venga lo que venga. Yo me lo repito todas las mañanas, y grabo en mi memoria todas las razones porque las que debo ser feliz, todas las razones por las que me tengo que levantar cuando caigo, y os aseguro que si se buscan se encuentran.
Esto quedó un poco largo. Espero no haberos aburrido.
Cuerpo
El inicio de la guerra
Soy Cuerpo y trabajo dentro de un Todo que se llama Elena.
Mi tarea principal es organizar a todas las secciones de esta gran empresa, y os aseguro que no es tarea fácil. Se necesita una gran coordinación para que todo funcione bien, y a veces el Todo nos lo pone difícil. No solo hay que lidiar con los agentes externos como bacterias, virus y enfermedades que aún no sabemos como combatir, sino que hay peligros en el exterior que nos hacen permanecer en continua lucha.
Los sentimientos y las emociones son nuestra peor pesadilla. Con algunos nos llevamos bien, y de hecho tenemos acuerdos establecidos con la alegría, la euforia y la felicidad.
El problema surge cuando otros estados de ánimo hacen acto de presencia sin avisar, creando a veces un caos que afecta a todo el organismo que dirijo.
Elena es una mujer de veinte años que hasta ahora nos había tratado con suma delicadeza. El contrato que teníamos suscrito con la felicidad y la alegría, funcionaba a la perfección. No sé en que punto exacto se produjo el cambio.
El cerebro me había enviado comunicados escuetos y poco preocupantes sobre la infiltración de unos miembros procedentes de la tristeza a los que no les di mucha importancia, ya se sabe que pasean de vez en cuando por aquí, pero su estancia no suele durar mucho.
La alarma realmente vino de la zona del aparato digestivo. Vio mermada su ración de provisiones de forma gradual, hasta que tuvo que echar mano de las reservas afectando a otras áreas. En este momento la preocupación se hizo patente, y no tuve más remedio que dirigirme al cerebro para establecer órdenes concretas y subsanar la situación.
Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar el caos que reinaba en las oficinas centrales.
Miles de soldados pertenecientes a la tristeza, angustia y confusión, habían tomado el cuartel general. La euforia había caído en sus manos. Por cada kilo que el Todo perdía, la euforia enviaba señales confusas a Elena, que las equivocaba con la alegría. La mayoría de los estados de ánimo positivos permanecían en arresto, y bajo coacción se dedicaban a expandir a la confusión.
Salí de allí con determinación, poniendo en guardia a todos los sectores. La situación era de máximo riesgo. Estábamos en guerra.
Elena
20 de enero
Me ha costado un triunfo pasar las vacaciones de Navidad. Era como estar en un pienso continuo. No puedo evitar pensar en aquella granja de pollos que visité en octavo. Todos comiendo sin parar, e incluso les despertaban para seguir comiendo.
Ha sido muy difícil decir que no.
Dios, hay veces que tenía tanta hambre….y toda esa comida en la mesa.
A día de hoy llevo perdidos quince kilos, pero creo que como mínimo necesito perder cinco más.
Hoy me encontré con una “amiga” del instituto. La cara que ha puesto Sarita cuando me ha visto…. No habíamos coincidido desde que acabamos el COU. Ella, que siempre se estaba metiendo con mi culo, la muy….
¡Que se joda! Siempre me dejaba en ridículo después de las notas, no podía soportar que la gorda sacara sobresalientes, y mucho menos que terminara saliendo con Vicente, aunque claro, finalmente ella se lo llevó.
Está estudiando en Madrid, medicina creo que dijo, y sigue con él. La satisfacción que he sentido al ver que había puesto unos kilos de más… Se ha quedado con la boca abierta y no le ha quedado más remedio que decirme que estaba muy guapa.
Esto ha hecho que me reafirme en mi decisión. Ahora no puedo dejarlo. Creo que desde que pasé al lado de las delgadas mi vida va mucho mejor.
Luis, el chico que va conmigo a clase de macroeconomía, me ha invitado a salir. De repente he dejado de ser invisible y la gente no solo se acerca a pedirme los apuntes.
Mi madre no me quita los ojos de encima. Está todo el día dándome la brasa diciéndome que no como nada, que tengo mala cara… Y mi padre también me dio un sermón el otro día. Se acercó a buscarme a la universidad y estuvo curioseando en los tablones, donde están puestas las notas. No estaba exactamente cabreado al comprobar que había bajado mucho, pero empezó con el rollo de que iba a perder la beca, que le sería muy difícil pagar la matrícula, que Jorge empezaba también la universidad el año que viene….
Desde entonces tengo un nudo en el estómago enorme. Estoy nerviosa. Es verdad que no estoy tan concentrada como antes, pero entre el trabajo en el burguer, las clases, las salidas…Todos quieren un poco de mí, y a veces ya no tengo más que darles.
A las tres de la mañana seguía estudiando el parcial, el tema dos no me entra ni a tiros. Creo que la ansiedad que tenía despertó el hambre. He ido hacia la nevera como una desesperada, y al cabo de media hora me había comido todo lo que se puede comer en frío.
No lo pude soportar. Me entró una congoja enorme y acabé sentada en el suelo sin parar de llorar.
Soy una débil, soy una débil….con lo bien que había ido hoy el día. No me ha quedado más remedio que ir al lavabo, no podía dejar aquella comida dentro de mí. Sentía la barriga pesada, y de repente al mirarme al espejo me encontré con la Elena del instituto.
Sin pensar he metido los dedos hasta la garganta, aún me duele, creo que la semana anterior me pasé, y todo ha salido sin parar. Arcada tras arcada he dejado que mi cuerpo se vacíe. Cuando tiré de la cadena me sentía mejor. Vi la comida dando vueltas y pensé: te he ganado.
Más relajada me pesé. ¡No me lo podía creer! Quinientos gramos menos.
La felicidad me ha estallado delante y me he sentido llena de energía.
Se va enterar el tema dos….
Cuerpo
¿Llegan provisiones?
—¡Señor, señor! Me comunican que grandes cantidades de provisiones se están acercando.
—¡Ya era hora! Que la sección estomacal se active, no podemos perder ese cargamento.
Me sentí muy satisfecho al escuchar aquellas palabras. Por fin íbamos a tener reservas. La actividad del estómago está muy mermada, su tamaño se ha ido reduciendo para poder adaptarnos. Pero mi alegría duró poco.
Sentí convulsiones ligeras que se correspondían a llantos incontrolados. Podía escuchar al batallón de la angustia disparando sin parar.
No decaí, estaba dispuesto a salvar el cargamento fuera como fuera, pero no contaba con que el cerebro estaba tomado y aceptaba otras órdenes.
Espasmos, sacudidas se sucedían unas tras otras. El corazón latía frenéticamente y tal esfuerzo era contraproducente. Me di cuenta entonces de lo que estaba sucediendo.
La comida no se dirigía a su lugar de destino. Estaba en pleno retroceso por el esófago.
—¡Qué pasa aquí! ¡Que alguien lo detenga!—grité sin saber a quién.
Nada que hacer. Finalmente la carga había desaparecido. Los ácidos del aparato digestivo estaban preparados para la acción y subían sin control hacia la boca. Oí los gritos de los dientes mientras eran despojados nuevamente del esmalte. Se podían apreciar erosiones en las encías y estaba convencido que finalmente se abrirían las grietas de la garganta.
¿Qué está haciendo esta mujer? ¿No hay otro Todo ahí fuera que pueda ayudarla?
Elena
15 de abril
Seis kilos menos y no soy feliz. He dejado el gimnasio porque no puedo con todo.
Pienso más en lo que no debo comer, en lo que comí, en lo que no comeré que en mis estudios. Guardo la báscula debajo de la cama. La gran dictadora. Me peso justo después de ir al baño; también después de comer; al irme a dormir. Todos los días. A la misma hora.
Los huesos sobresalen por todas partes. En las noches los acaricio como si fueran un talismán, los acaricio sabiendo que cada vez son más afilados. Me jacto de ellos en privado, los oculto en público.
Apenas me miro en el espejo. Me confunde la imagen que veo en él. Se que estoy extremadamente delgada, pero mi reflejo se ríe de mi. Me enseña carne que no puedo coger con mis manos; ángulos que dibujan curvas; pechos que dejaron de existir.
Esta semana estuve ingresada en el hospital. Tenía un final y sabía que no podía ir con el estómago vacío. No quería correr el riesgo de caer desmayada, así que haciendo un gran esfuerzo me bebí un café y comí cuatro galletas.
Cuando llegué a la Universidad el desayuno pesaba dentro de mí, como si toneladas de piedras se escondieran en mi interior. Me quedaban quince minutos antes de entrar al aula, así que fui al baño. No lo vi venir. Simplemente sucedió. Caí desplomada en el sucio suelo, no me dio tiempo a sentir el golpe.
No se cuanto tiempo estuve inconsciente, desperté en urgencias con mi madre que no dejaba de acariciarme la mano, justo en las marcas de mis nudillos, moldes perfectos de mis dientes que se apoyan sin piedad en ellos.
Lo único que me preocupaba es que se enterase de lo que me pasaba. Me había esforzado tanto por ocultárselo…
Ella ya lo sabía, lo sabía desde hacía mucho tiempo, pero yo se lo negaba una y otra vez. A ella y a mí.
Repito como un mantra: estoy bien, todo va bien.
Me miré la camiseta y vi que estaba llena de sangre, pero no fui capaz de pensar en nada más cuando el dolor atacó mi estómago.
Solo Luís vino a verme ¿quién más podría venir si toda mi vida social se reduce a él?
No quiero mirarle, tengo miedo de ver el reproche en sus ojos, quizás el asco que puedo despertarle, pero lo que mas me asusta es encontrarme con su abandono.
Una, dos, tres….cuento las gotas del salino que caen despacio. La comida seguía en la bandeja cuando la enfermera vino a retirarla. Estaba fría, como yo. Me tapé con las mantas buscando el calor de mi cuerpo que hace mucho desapareció.
Fuera no dejaba de llover, en ese martes de abril el cielo lloraba por mí.
Cuerpo
Lista de daños
Lo peor ha sucedido. El Todo volvió a caer, nada extraño teniendo en cuenta que los niveles de glucosa están bajo mínimos.
No nos da comida, pero si abundantes laxantes y diuréticos que han dañado seriamente distintos escuadrones.
La falta de sodio ha hecho que disminuya la presión arterial provocando mareos que no somos capaces de controlar. El esófago no ha sido capaz de aguantar el paso masivo del ácido clorhídrico, las laceraciones son evidentes.
El estómago ha perdido a un buen aliado, la mucosa gástrica, el cerebro no deja de enviar señales de dolor.
Los riñones no se han salvado del ataque, varios cálculos se han hecho fuertes golpeándoles cuando más debilitados se sienten.
La depresión lo envuelve todo. Hay ausencia de endorfinas, no hay risas, no hay placer, lo que impide que salgan de su escondite para enviar mensajes al cerebro y a las células encargadas de las defensas de virus y bacterias.
Me preocupa el estado de nuestro corazón, me temo que en cualquier momento deje de funcionar.
Elena
7 de junio
Creo que no fue Luís el que me dejó, lo he echado poquito a poco. Ya no tengo nada que ofrecer, no me queda nada para dar.
Las cosas no han mejorado mucho. He tenido varias discusiones con mis padres desde que salí del hospital. Mi hermano ha decidido ir a estudiar fuera, creo que no soporta esta situación.
Yo estoy triste, mi madre esta triste, mi padre no habla….somos tres plañideras de un entierro que aún no se ha producido y que secretamente deseo.
No puedo comer, estoy llena de vacíos que lo ocupan todo; de inmensos agujeros negros que me engullen y me arrastran; de listas de alimentos prohibidos; de bailes de calorías que me señalan; de afectos rechazados por mi apatía; de besos que me gustaría dar y que guardo; de tiempos pasados con felicidad que no llega; de equivocaciones no corregidas; de fracasos que solo existen en mi cabeza;
Soy pequeña, cada vez más pequeña, insignificante. Una Alicia en un país sin maravillas. Un Gulliver aplastado por un gigante. Un Jonás que se comió a la ballena. Un Pinocho que nunca fue niño….y yo solo quiero ser la bella durmiente que nunca se despertó de su sueño.
Tengo en mis rodillas el cuaderno en el que anoté las frases de Alejandra Pizarnik,no comparto su talento, solo su dolor.
“Engordé mucho. Ya no debo angustiarme. No hay remedio. Es un círculo vicioso. Para no comer necesito estar contenta. No puedo estar contenta si estoy gorda.
Nunca me odio tanto como después de almorzar o cenar. Tener el estómago lleno equivale, en mí, a la caída en una maldición eterna. Si me pudiera coser la boca, si me pudiera extirpar la necesidad de comer... Y nadie goza tanto en esto como yo. Siento placer absoluto. Por eso tanta culpa, tanta miseria posterior. “
Nunca me odio tanto como después de almorzar o cenar. Tener el estómago lleno equivale, en mí, a la caída en una maldición eterna. Si me pudiera coser la boca, si me pudiera extirpar la necesidad de comer... Y nadie goza tanto en esto como yo. Siento placer absoluto. Por eso tanta culpa, tanta miseria posterior. “
No tengo un final para esta historia, y no sé lo que le ocurrió a Elena. Lo único de lo que tengo certeza es que es un camino por el que no quiero volver. Mis pies han trazado senderos nuevos y he borrado el cartel que me lleva a su casa. Ahora tengo la mía y le prohibí la entrada.
8 comentarios:
Uff! Estoy con la sensibilidad a flor de piel.. muy bueno Elo,tanto tus reflexiones como el relato.Estoy de acuerdo,el final no importa .
Este tema es definitivamente un tema que evolucionara en la sociedad,ya no es como al principio se escuchaba,las estadisticas respaldan otras conclusiones,y es un tema que paraliza vidas y a familias enteras.
Besos.
Es estremecedor Elo. Pero ¿cómo poder opinar de algo que es imposible conocer si no es desde dentro?
Respecto a lo de tu pequeño rinconcito privado, respeté tu decisión de darte una pausa, pero todos los días miraba mi lista de blogs esperando tu regreso. Ahora sé que no se nada me ha demostrado una vez más que no se puede ir con prejuicios por la vida, entre otras cosas.
A todas esas cositas a las que pasas lista cada mañana al levantarte, súmale mis ganas de saber de ti.
Ahora sé que la nada lo era todo....
¬¬
Con lo bien que había quedado...
¡Hola Cuq! Gracias, de nuevo.Eres un sol ¿cuantas veces te lo he dicho ya? :D
Tienes mucha razón, se paralizan muchas cosas. No tiene final porque cada uno debe escribir el suyo, y tampoco quería idealizarlo, solo hacer saber que si se sale y se puede seguir adelante.
Marcos, no sabía que había tanta sensibilidad en nuestra tierra. :D
Esto ha sido un lapsus de sinceridad,me pudo la rabia. No sé si sentirme arrepentida,ahora siento tanta vergüenza como si hubiera colocado una foto mía desnuda XD, pero bueno...lo hecho está hecho.
No te preocupes, yo hay días, que sé que no sé nada...ja,ja,ja,ja
Muchísimas gracias por tus palabras, ya estás añadido en mi lista.
Se me olvidaba, DK, me alegro de desterrar algunos prejuicios si es que tenías alguno.
Las personas somos muy diferentes, y eso es bueno, siempre he considerado que la diversidad es enriquecedora, pero los sentimientos nos son comunes a todos, y ahí no hay desigualdad que valga.
Un besito
Hola Elo.
Wow nena, no sabía que vos... bueno, ya sabes... La verdad es que la gente siempre se siente atraida por el cotilleo nena, sepan de los temas o no, a mi me toca muchas veces escuchar sandeces por ejemplo, sobre la homosexualidad, de mi misma familia, y no sabes lo persturbador que pueden ser las cosas, eto... creo que si lo sabes, aunque de distinto modo, tu encuentro con ese par de cotorras y quizas muchos otros similares a este, me dicen que estas acostumbrada a escuchar los comentarios despectivos, destructivos y despotricantes que la gente hace del prógimo. Yo me habría atrevido a decirles sus cuantas cosas nena, aunque creo que haberte aguantado el coraje, fue la cosa más correcta que pudiste haber hecho.
El mundo esta lleno de gente como esta... Realmente no hay mucho que podamos hacer, sino convivir entre arpias y aves de rapiña y adaptarnos a este mundo de carroña :S jaja diablos, este párrafo me ha salido horrendo :D
En fin, habían cosas que no sabía de vos nena, y te admiro mucho por la forma... por la autoterapia que hiciste con respecto a tus problemas y es ovbio que has sido fuerte y eso es excelente, y estoy totalmente de acuerdo con vos, a veces nuestro patrones de conducta o enfermedades o trastornos o cual sea nuestro problema, no necesariamente tenga que ver con que nos sintamos vacíos y andemos desnortados por la vida. A veces, las cosas mas complicadas son las que tienen la explicacion mas simple. XD
Saludos Elo, has vuelto con mucha fuerza ¿eh? *_*
UN ABRAZO DE OSO NENA.
Elo me he quedado sin palabras al leer el relato, hay que ser valiente para admitir el problema, cualquier problema, por que esa sera la llave para que nos puedan ayudar y salir del hoyo. Respecto a este tema, como de tantos, la gente habla sin saber y lo que es peor sentando catedra, yo la verdad no me habria callado ante esas dos brujas. Y ole por ti, creo que ante todo eres valiente y eso es digno de admirar.Besos
Des, tu segundo párrafo da miedo, creo haber visto un buitre sobrevolando mi cabeza mientras lo leía, ja,ja,ja, pero tienes mucha razón, comentarios así hay miles todos los días, ya lo dice el refrán "siempre se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio"
Me ha encantado tu última frase, tú si que sabes...He vuelto, que ya es bastante.
Gracias :D
Iso, gracias por tus palabras. Es muy cierto que para resolver cualquier problema lo primero es admitirlo.
No creo para nada que sea digna de admirar, hay casos bastante peores que el mio.
Yo lo vuelvo a repetir, no quise hacer una entrada para dar pena, solo quise poner de manifiesto una realidad que yo si conozco.
Muchísimas gracias a todos por vuestro apoyo.
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